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sábado, mayo 31, 2014

Taller Fitoterapia: sáb/14h c/2 semanas

Publisher: diogenes giorlandino - sábado, mayo 31, 2014

El Mirador: los oficios




Tal como se presentaron en 1974 –en el centro de trabajo de El Mirador*– los oficios eran labores de taller de carácter técnico y artístico aptas para desarrollar cualidades recomendadas en un buen trabajo disciplinario, tales como pulcritud, permanencia y un particular tono en el operador. Los oficios estaban vinculados a las disciplinas, así Perfumería con Energética, Iconografía con Formal, Fitoterapia con Material y Ludismo con Mental.

Pulcritud y permanencia no eran complicadas de entender ya que si toda labor requiere un plan previo al que ajustarse, estas hacen referencia a la aplicación y mantenimiento de la atención tanto en lo espacial como en lo temporal de ese plan de trabajo.

Así, por pulcritud entendíamos hábitos básicos de orden, limpieza, incluso esmero sea en el espacio de taller así como con el instrumental, los materiales y los procedimientos. Modos de hacer éstos que reflejan disponibilidad, “estar en tema”, interés y claridad en la intención. Se intentaba de este modo observar y rectificar hábitos de improvisación, descuido e incluso suciedad, concomitantes a veces con ruido mental o confusión y en otras con falta de transparencia. Se hacía hincapié en respetar el orden y tiempos de los pasos en la secuencia de trabajo y, en especial los dos momentos claves: la preparación del ámbito (con la desodorización en perfumería, por ejemplo) y el cierre de la jornada de taller con el aseo del espacio e instrumental, así como el ordenamiento y clasificación de lo realizado.

La permanencia era el empeño en terminar lo que se empezaba sin dejarlo inconcluso por simple abandono o por improvisar algo fuera del plan. Tenía que ver con mantener lo planificado para esa jornada –o ese proyecto– sin variarlo por ocurrencias o cambios anímicos. Esto permitía observar las tendencias a desviarse de cualquier propósito y las dificultades que se presentan en el mantenimiento más o menos prolongado de la atención sobre un tema. Por otra parte, en toda labor siempre surgen ideas y posibilidades que ameritan tomarse en cuenta para posteriores proyectos, sin por ello interrumpir el que se está llevando a cabo.

Si bien estos dos recomendaciones aludían a un modo de aplicarse más despejado, cuidadoso y perseverante que el habitual –y en ese sentido se registran como una variación del “tono” interno– el tono al que específicamente se hacía referencia iba más allá... aunque, siendo un registro más abstracto o si se quiere menos doméstico que los de pulcritud y permanencia, resultaba también más difícil de pillar.

Ese tono que se recomendaba tenía que ver con la utilización de medidas y proporciones en los producidos, específicamente con la aplicación de la proporción áurea presente en la naturaleza. Esta razón áurea, conocida también como “divina proporción”, tiene el valor periódico 1,618..., es representada por la letra griega Fi (Φ en mayúscula y φ en minúscula) y se expresa en la llamada “secuencia de Fibonacci” (1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34...) donde cada elemento es la suma de los dos anteriores. También enunciada como “el todo es a la parte mayor como ésta a la menor” establece una relación armónica entre las partes y el todo.

Este estilo de trabajo permitía observar los subjetivismos, tales como gustos personales y modas, incluso los excesos como el caprichismo y la tendencia normal a la chapuza, al par que brindaba un modelo para sortearlos e ir filiando el registro de esa “métrica interna” a la que se aludía. Al no apoyarse entonces en lo subjetivo personal, los oficios tenían una innegable ambición de objetividad que se articulaba vinculando las sensaciones propias de cada paleta a los centros de respuesta. Así cada elemento del inventario de sensaciones del oficio (o paleta) podía catalogarse por la “resonancia” que eventualmente producía en lo vegetativo, sexual, motriz, emotivo, intelectual o superior, entendiendo por centro superior las manifestaciones de éxtasis, arrebato y reconocimiento.

CENTRO DE RESPUESTA
Paleta
perfumeria
(sensaciones)
Paleta
iconografía
(percepciones)
Paleta fitoterapia
Paleta
ludismo
(producidos)
Superior
Agridulce
Hieratismo




Intelectual
Ácido
Dureza


Acertijos
Emotivo
Dulce
Sensibilidad


Situacionales
Motriz
Pungente
Fuerza


Corporales
Vegetativo
Graso
Naturalidad




Sexual
Amargo
Sensualidad





Para inventariar desde sensaciones y percepciones hasta materiales y procedimientos se utilizaba un diagrama conocido como “eneagrama sextenario” que permitía ordenar los elementos según “densidad” desde lo denso a lo sutil, agruparlos en dos gamas opuestas y tres grupos. El primer grupo con los más densos, el tercer grupo con los más sutiles y el segundo grupo con los intermedios, con elementos de ambas gamas.

En el ejemplo de eneagrama de colores: a. Seis elementos (rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta); b. Dos gamas: cálidos (rojo, naranja, amarillo) y fríos (verde, azul.violeta); c. Tres grupos: rojo y naranja, amarillo y verde, azul y violeta.

El diagrama circular se leía en la dirección de las agujas del reloj. Partiendo del primer elemento la longitud de las líneas internas tienen valores de 3, 5 y 8. Los elementos unidos por las dos líneas centrales resultan complementarios (verde - rojo, amarillo - violeta) y el único punto de cruce, o punto de control, indica el neutro (gris) con las proporciones 3 - 5 para la mezcla. También naranja y azul son complementarios –aunque el eneagrama no presente ninguna línea de conexión– y se neutralizan en igual medida.

Obviamente la neutralización o matado que se lograba en ese punto de control era el tema clave. A partir de comprobar que lo graso se neutraliza con un poco de ácido (como ocurre con las escalopas a la milanesa y el limón), el afán con el cuidado, la formas agresivas con las sensibles, etc. se abrían analogías psicológicas –cómo la solemnidad neutralizada con una breve ironía– que remarcaban la importancia del punto a manejar.

En cuento a los producidos, la misma razón de 8 - 5 - 3 daba la pauta para proporcionar el carácter primario, secundario y terciario de cualquier composición. Así la proporción entre el elemento primario y el secundario era de 8 - 5 (es decir más de la mitad) y la del secundario con el terciario de 5 - 3. Por ejemplo un perfume con resonancia sexual, emotiva y superior estaría compuesto por 8 partes de amargo, 5 de dulce y 3 de agridulce. Mientras que un ícono con la misma fórmula serían 8 de sensualidad (curvas ondulantes), 5 de sensibilidad (curvas geométricas) y 3 de hieratismo (rectas obtusas). Esto si bien presentaba dos importantes problemas prácticos –lograr homogeneidad en la paleta y precisión en la unidad de medida elegida– abría un horizonte de posibilidades al trabajar con una métrica aplicable a distintas especialidades.

El perfumista trabajaba observando las sensaciones del olfato y la resonancia física o movilización energética de cada fragancia. El fitoterapeuta los efectos de las pócimas preparadas en su propio organismo. El iconógrafo, las sensaciones cenestésicas y kinestésicas del mirar formas visuales emplazadas tanto en lo bidimensional como en lo tridimensional. El lúdico los registros de los actos movilizados en los distintos juegos que iba ensayando.

Es de notar que si bien la referencia a los centros de respuesta es común, la temporalidad del producido es distinta en cada oficio: en perfumería se distinguen en secuencia la nota de cabeza, la de corazón y la de base, esta última que dura varias horas; en fitoterapia se constatan efectos inmediatos, mediatos o secundarios, terciarios y hasta acumulativos de las substancias; en iconografía la temporalidad es mucho más reducida pero también se advierte una secuencia desde la percepción de la forma general al recorrido de la forma terminando en el centro de equilibrio; por último, en ludismo el tiempo de juego puede acortarse o extenderse hasta finalmente agotar las “ganas de jugar”.

De este modo cada oficio ampliaba y perfeccionaba los mecanismos de sensación, percepción y representación del operador, pero también prometía trasladar a terceros registros codificados, tal como desde antiguo han hecho lo que conocemos como artes y artesanías. En El Mirador intuíamos que estábamos arrancando con esos cuatro oficios, pero que el encuadre y modo de trabajo nos permitiría desarrollar con el correr del tiempo un sinnúmero de especialidades.

“Esto no es para ahora” nos había dicho el Maestro refiriéndose tanto a los oficios como a las disciplinas “... sino para retomarlo dentro de muchos años” dijo arrastrando la u.


* Finca El Mirador, Salsipuedes, Córdoba, Argentina.
** La polaroid no recuerdo quién la tomó, aparezco mostrando una pequeña escultura al lado del taller de iconografía. 


Raúl WOO, ParcÒDENA, junio 2013



Publisher: El Viejo LER - sábado, mayo 31, 2014